Hola, ¿ya llegó a su casa?... ¡No! ¿Todavía en el trabajo?... Bueno… pero por mas duro que sea o haya sido el día… es hora de sentarse en el sillón que mas le gusta… y descansar un poco…
Es hora escuchar buena música… y también de pensar un poco…
Pensar ayuda a relajarse… ¡y recordar también!…¡Déle!... sáquese los zapatos y cierre los ojos… Nosotros los ayudaremos con poesías, cuentos, aguafuerte, comentarios

miércoles, 17 de junio de 2009

EL SÁBADO A LAS 15.17

MARIA VICTORIA CORRALES

El sábado a las 15.17 una amiga me invita a tomar unos mates a su casa, acepto su invitación, y decido disfrutar del sol que había ese día, caminando por las calles de mi barrio.

Voy por la calle drago, doblo en olive, y veo que viene una moto de contramano. En ese momento, se baja uno de los chicos que venia en lo moto, me golpea, me tira al piso, me saca la cartera, y luego vuelve a pegarme para sacarme el celular que tenia en el bolsillo.

Llorando, me dirijo hasta la casa de mi padre, y como diría él “le tocaron a la nena” por lo que salió con el auto rápidamente, con alguna intención que no se la podría explicar. Pero bueno, volvió, y decidimos frente a este hecho delictivo, que es lo que relato hasta el momento, recurrir, a la institución estatal, que se supone, es la encargada de contener, solucionar, y hacer algo con los delitos. Es decir, fui a la novena.

En la novena, había dos personas cuyo hijo había tenido un accidente de transito. El oficial luego de preguntarme porque estaba ahí, me dice, que había mucha gente, y que podía hacer la denuncia cuando quisiera. Es decir, que me vaya y vuelva en otro momento, total no iban a hacer nada.

A las 4 horas vuelvo, y esas dos personas que estaban por el accidente de tránsito seguían ahí. Si si, después de cuatro horas. Les pregunto si en algún momento alguien los atendió y su respuesta fue negativa.
Cansada, dolorida, triste, me voy de la comisaría, ya que no tenía ni fuerzas para gritarle y enojarme con el Sr. Oficial.

Bueno, el martes, vuelvo a la comisaría y victoriosamente, puedo realizar la denuncia, con la suerte de que en dicha comisaría conocían el color y el modelo de la moto que me robó, porque parece ser que hubo denuncias de hechos similares.

Todo esto que les estoy contando no es nada nuevo, robo, violencia y falta de solución hacia estos problemas.

Pero me gustaría pensar algunas cosas sobre esto, porque frente a la naturalización de los hechos, creo que es importante cuestionarlos.

Lo primero que me apareció, es una sensación de mucha tristeza, recuerdo la cara del chico de 20 años aproximadamente que me pegaba, una cara que reflejaba enojo, resentimiento, violencia, desesperación, y odio. Y lo que me pregunté es ¿Qué le habrá pasado a ese chico en la vida? ¿Dónde vive, quien es su familia? ¿Qué iba a hacer con mis cosas? ¿Y por qué me pagaba así?

Por supuesto que estas preguntas no creo que se las pueda hacer, pero estas preguntas no son solo para él. Son para muchos de estos chicos, que inmersos en este sistema perverso que reniega de la ley los lleva a hacer esto. Sistema que no castiga, y no hablo de castigo en el sentido del golpe, del encierro, hablo del castigo en el sentido de la responsabilización subjetiva de los delitos, de que alguien pueda pensar porqué lo hace.

Pero mi posición, tal vez para muchos, utópica y alocada, es difícil, es el camino de palabra. La violencia ocurre por esto, por la imposibilidad de poner en palabras y de hacer algo con lo que nos pasa.

El estado permanentemente busca que esto ocurra, la policía es cómplice de la delincuencia y beneficiaria de la misma, no hay trabajo, hay falta de políticas públicas que den espacios a estos chicos a hacer otras cosas, el asistencialismo que predomina en nuestros centros de salud como eje fundamental de la política provincial, haciendo que se siga esperando la solución del otro, haciendo que aumenten los comedores y no que una madre pueda darle de comer en su casa a sus hijos.

Por esto, lo invito a que pensemos bien qué vamos a hacer el 28 y a qué vamos a hacer cada uno desde nuestro lugar para cambiar algunas cosas.

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